¿Nos preguntamos los adultos,
qué marcas dejamos en los niños?
“El cuerpo
infantil será marcado por el cuerpo del Otro: desde la alimentación, a los
cuidados, desde las caricias a los castigos corporales; desde la palabra
decodificando sus necesidades al contacto corporal directo”. Elvira Martorell
El maltrato a pequeños es un problema que ha existido desde siempre,
pero es en el siglo XX con la
Declaración de los Derechos del Niño, cuando se lo considera
como un problema de profundas repercusiones psicológicas, legales y médicas. Lo
podemos definir como el accionar que se contradice con un adecuado desarrollo físico, cognitivo
y emocional del niño, producido por personas, instituciones o la propia
sociedad. Puede caracterizarse por actos perpetuados utilizando la fuerza
física de modo inapropiado ocasionando un daño físico o enfermedad manifiesta.
Aquí se incluyen golpes, fractura, quemaduras, sacudidas violentas.
Pero también se considera maltrato
el abandono, la falta de responsabilidad parental, la no-satisfacción temporal
o permanente de las necesidades básicas de supervivencia (privación de
alimento, incumplimiento de tratamientos, impedimento a la educación. Está de
más decir, que también nos encontramos frente a maltrato infantil cuando las
manifestaciones también amenazan el normal desarrollo psicológico del niño, es
decir, cuando la hostilidad es emocional a través de insultos, desprecios,
rechazos, indiferencia, amenazas. Este tipo de maltrato termina afectando la
autoestima y sus habilidades sociales.
Pero uno de los tipos de maltrato
que implica un compromiso psíquico mayor, es el abuso sexual y/ o la solicitud indecente sin contacto físico o
seducción verbal explícita, situación para la que no están preparados evolutivamente
y en la cual se establece una relación de sometimiento sobre la víctima.
A todo esto se le debe sumar el
maltrato prenatal (rechazo del embarazo, falta de control y seguimiento médico
del embarazo, negligencia personal en la alimentación e higiene, medicación no
prescrita, consumo de alcohol y drogas.
Entre las causas podemos mencionar
los siguientes factores: historia familiar de abuso, desarmonía, fármaco
dependencia, hijos no deseados, madres no protectoras, padres no biológicos,
desempleo, bajo nivel social, promiscuidad.
Independientemente de los daños
físicos, la agresión producida da lugar a trastornos conductuales y
emocionales. En los pequeños se observan repercusiones negativas en la
capacidad para relacionarse, problemas en el dormir, pérdida del control de
esfínteres, deficiencias psicomotoras, trastornos psicosomáticos. En escolares
y adolescentes encontramos fugas, bajo rendimiento o fracaso escolar,
trastornos de identidad, consumo de drogas y alcohol, miedos, depresión,
rechazo al propio cuerpo, agresividad.
Para evitar este flagelo es prioritario la prevención, además de un buen
diagnóstico y un tratamiento multidisciplinario.
Qué lindo video!!!
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