miércoles, 22 de agosto de 2012

Atención, no siempre es un problema


        Escribir no es la copia de un modelo, es la construcción real e inteligente por parte de los niños ya que la mente de los niños de 4 a 6 años está lejos de ser un espacio lingüístico vacío en el cual hay que verter la información vinculada con la lecto-escritura.

Antes de llegar a una escritura alfabética correcta, los niños recorren un largo camino explorando varias hipótesis independientemente de la mayor o menor destreza gráfica o de la mayor o menor posibilidad de dibujar letras; pero en relación a su nivel de conceptualización. Tratan de comprenderlo, buscan regularidades, ponen a prueba sus anticipaciones y se forjan su propia gramática. En lugar de niños que reciben de a poco un lenguaje enteramente fabricado por otros, aparecen niños que reconstruyen por sí mismos el lenguaje tomando selectivamente la información que provee el medio.
Es durante este proceso que comienzan a utilizar grafismos que se aproximan a los números o a las letras de forma mezclada simplificando y modificando su orientación, lo cual no puede ser tomado como índice patológico sino como algo totalmente normal. No sólo normal, sino que en algunos casos estas inversiones son voluntarias y testimonian un deseo de exploración activa porque la disponibilidad gráfica les resulta limitada y la única posibilidad de responder a todas la exigencias y expresar la diferencia de significación es por medio de la variación de dirección y de posición en el orden lineal produciendo lo que se conoce como escritura en espejo.
La escritura se expresa mediante signos que adoptan formas particulares y se distinguen entre sí; requieren de movimientos que al realizarse guarden direccionalidad, precisión, velocidad y duración, dependiendo del tono muscular, de la coordinación óculo-manual y de la representación mental de la acción a ejecutar, aspecto del proceso de maduración. Es por eso que en un comienzo del aprendizaje vemos como normal ciertos errores ya que su coordinación motriz  manual aún no se logra fuera de su cuerpo y menos desde el punto de vista de los demás o de los objetos.
Es recién a partir de los 8 o 9 años que estos errores pueden considerarse síntomas de disgrafía motriz afectando a la calidad y fluidez de la escritura en sus aspectos grafomotores en relación con la forma, el tamaño, la separación y los enlaces, en la presión, fluidez y ritmo, la direccionalidad, la postura, omisiones, inversiones, agregados y confusiones. 



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