Desde bebés poseemos una personalidad propia, y toda nuestra actividad consiste en una serie de intentos de afirmación de nuestra individualidad.
A medida que crecemos tenemos la posibilidad de afirmar nuestras características individuales, aunque para poder convertirnos en una persona realmente “adulta” debemos ser capaces de huir de la dependencia de los demás.
En efecto, cuanto más depende una persona de los demás, tanto mayor será su agresividad latente porque depender de otro significa permanecer en su poder, significa ser incapaz de ocuparse de uno mismo.
En la vida de todos ha habido obstáculos a los que derrotar para poder crecer. No obstante en el momento de educar, no hay que evitar a los chicos cualquier frustración, otorgándoles toda la libertad, creyendo que se suprime cualquier manifestación de agresión.
En efecto, si los padres no afirman nunca su identidad, el hijo se convencerá que tiene derecho a la satisfacción de cualquier capricho, o bien, que empiece a creer que toda forma de afirmación es equivocada, que no existen razones para hacerse independiente y, al crecer será incapaz de establecer una verdadera relación emocional y mantendrá una situación de dependencia.
Ello no significa que sea necesario una disciplina férrea y rígido autoritarismo, sino que el niño, para poder sentirse seguro, debe estar convencido de que sus padres se hallan en condiciones de protegerlo y se lo demuestran con firmeza.
El desahogo normal de la agresividad requiere además cierta oposición por parte del mundo externo, y un padre demasiado permisivo no ofrece al hijo ningún obstáculo contra el que luchar, ninguna justificación al empuje innato hacia la independencia; cuando no existe forma alguna de oposición externa, la agresividad del niño tiende a volverse hacia dentro, convirtiéndose el pequeño en un ser melancólico y apático, pero con explosiones de ira violenta.
Jugar con nuestros hijos no es sólo un agradable pasatiempo, sino un observatorio privilegiado para valorar los aspectos más recónditos de la personalidad.
TEMA PARA REFLEXIONAR
Creo que el punto medio está el equilibrio. Firmeza, sin autoritarismo. Libertad pero conociendo que hay límites.
ResponderEliminarFeliz día
Seguro que es un tema para reflexionar!!! Qué difícil se hace cuando se busca el término medio.
ResponderEliminarEn las escuelas esto se ve a diario tenés que mediar entre padres que exigen firmeza en el trato con sus hijos y hasta poner los límites que ellos no ponen o por el contrario están los que justifican todo accionar de sus hijos hasta lo injustificable.
ResponderEliminar"NUESTRO RINCÓN", LOS FELICITAMOS POR LA ELECCIÓN DE LOS TEMAS PUBLICADOS Y LA DIAGRAMACIÓN DE LOS MISMOS.
ResponderEliminarNOS RESULTA UN ESPACIO MUY INTERESANTE Y MUY ESTÉTICO A LA VISTA.
Cuánta verdad!!!
ResponderEliminarLo más difícil es dar un no y mantenerlo.
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