miércoles, 27 de marzo de 2013

La corrección


Ha experimentado una serie de cambios con el devenir de la disciplina en tanto materia escolarizada. Corregir es una de las tareas más tediosas que existen y una de las de mayor complejidad, pues intentamos que el alumno aprenda y que no solamente vea cuál es su error. En otros momentos, se limitaba a marcar las equivocaciones, asignar una calificación Hoy, desde las nuevas perspectivas de la didáctica y de las ciencias del lenguaje, la pregunta está en cómo tenemos que corregir.
Cuando se lee una producción realizada por los estudiantes ¿se debe marcar la incorrección o dar la respuesta correcta? Sabemos que si optamos por esta segunda solución estaremos haciendo que el alumno adopte un rol pasivo. En cambio, si nuestra propuesta didáctica elige la primera, ahí el desafío quedará para el alumno, que deberá tomar la iniciativa de corregir y trabajar en ello a conciencia.
Uno de los procedimientos usuales para corregir consiste en socializar las producciones realizadas por medio de la lectura. Aquí, los docentes deben, trabajar con el análisis oral de las producciones, enseñarles a ver más allá de las palabras, a pensar, a descubrir los pequeños – o grandes– errores que hacen que la calidad literaria de un texto disminuya. Deben recordar –y hacerles recordar a sus alumnos– que la escritura se diferencia de la oralidad por ser diferida, es decir que se leerá en otro tiempo y espacio, distintos de los de la producción, y que por lo tanto se debe tener en cuenta que el receptor de nuestro trabajo debe entender lo que queremos transmitir.
A partir de la lectura, se encontrarán errores o se marcarán aciertos para luego pasar a un segundo momento que es el de la corrección de lo escrito en el papel. Como señalan Rojo y Somoza (1994, 130), los “problemas que pueden dar lugar a error sólo se pondrán en juego durante la escritura (distribución de la información en párrafos, conectores, puntuación, ortografía, entre otros). En el momento de la corrección escrita, será necesario trabajar con marcas determinadas que le indiquen al alumno qué aspectos son los que debe revisar para que su producción sea cohesiva y coherente, y que cumpla mínimamente con cuestiones de normativa. Una vez efectuada esta segunda corrección del escrito, los alumnos deberán, reescribir el texto. En esta reescritura deberán tener especial cuidado en corregir aquellos errores señalados por el docente. La relectura que el estudiante haga de su producción le posibilitará corregir el texto de manera que lo que desea decir pueda ser expresado con mayor claridad. Una vez finalizada esta etapa los trabajos deberán ser entregados al docente para que los corrija nuevamente. Una vez más, en caso de que subsistan los errores, se harán las marcas y se reflexionará sobre ellas con los alumnos en forma oral al hacer la devolución de los trabajos.
Tal vez signifique un gran esfuerzo de parte del docente pero los resultados pueden ser mejores que si nos limitáramos a corregir de acuerdo con los viejos paradigmas de la evaluación.  La tarea puede ser tediosa, pero llevará al alumno a utilizar correctamente el borrador y a comprender la importancia de las distintas etapas de la escritura como un medio para lograr que sus producciones sean adecuadas y que cumplan con su intencionalidad comunicativa.


Para tener en cuenta


sábado, 9 de marzo de 2013

¿Qué queremos decir cuándo hablamos de aprender a aprender?


Un nuevo año lectivo comenzó y con él la necesidad de planificar las estrategias que permitan aprender a los alumnos, pero...qué es aprender?




Escrito por Edith Beatriz Burgos 

Un muy comentado informe de la UNESCO llamado “Los pilares de la educación del futuro” nos invita a los docentes a practicar tres principios para mejorar la calidad educativa. Estos pilares son el aprender a aprender, aprender a vivir con otro y aprender a hacer.
En la observación de las aulas de distintos niveles educativos me pregunto si después de algún tiempo de difundido estos principios realmente la educación implementó estos cambios y si logramos una mejora en las prácticas.
En este artículo me referiré al objetivo de la educación permanente de aprender el oficio de aprender. Con esto nos referimos a que nuestros alumnos logren aprendizajes significativos y no mecánicos ni memorísticos. Todos los que llevamos años en la educación vemos fracasar alumnos en evaluaciones orales o escritas que han estudiado de memoria y se esfuerzan por reproducir textualmente al autor y muchas veces al producirse una alteración en el clima del aula, o en lo emocional subjetivo, el alumno pierde el hilo de lo que estaba desarrollando, se le produce una laguna mental y no puede seguir con su producción. Esto lo lleva irremediablemente a no aprobar dicha evaluación y lo que es más importante aún no haber aprendido realmente lo que debía aprender.
¿Qué queremos decir cuándo hablamos de aprender a aprender?
Según la definición de Gaskins y Elliot, el aprendizaje “es un proceso socialmente mediado, basado en el conocimiento, que exige un compromiso activo por parte del estudiante y que tiene como resultado un cambio en la comprensión”.
Por que decimos que es social y mediado, pues, para aprender lo nuevo lo tenemos que relacionar con los saberes que ya tenemos y es más fácil realizar esto si lo hacemos interactuando con los otros. Con esto queremos significar que el docente debe favorecer momentos de relación e intercambio entre sus alumnos al interior del salón de clases.
Por que decimos que el aprendizaje debe basarse en conocimientos activos. Para lograr esto debemos partir de los saberes previos, para así ir incorporando lo nuevo. El docente debe ingeniárselas para favorecer en el alumno, la relación de lo “nuevo” con lo “viejo” en forma creativa.
Por que decimos que el alumno debe comprometerse a aprender. El desafío del docente es hacer interesante la propuesta de temas a trabajar para incentivar y lograr así que el alumno se motive.
Por que decimos que el alumno debe lograr un cambio en la comprensión; esto no solo significa tener información sino poder operar con ella. El desafío del docente es pensar actividades donde el alumno pueda explicar con sus propias palabras, ejemplificar, aplicar a otras situaciones, justificar, comparar, contextualizar, generalizar.
Si los docentes tenemos en cuenta lo anteriormente desarrollado, favoreceremos en nuestros alumnos la adquisición de aprendizajes significativos.
Todo aprendizaje se convierte en significativo cuándo el docente estructura lógicamente el contenido a enseñar de forma que el alumno pueda partir de lo más simple para llegar a lo más complejo y así se puedan jerarquicen los contenidos o temas.
Otra condición para que se de el aprendizaje significativo es que el alumno pueda incorporar y relacionar lo nuevo con lo ya aprendido, a su vez hay que favorecer la motivación para que realmente se tenga deseos de aprender y que sus aprendizajes se guarden y archiven en una memoria a largo plazo que pueda activarse y transformarse en la aplicación de situaciones nuevas.
Esto último llamado funcionalidad, es importante para que lo que se aprendió no sirva solo al momento de ser evaluado en la escuela sino que quede fijado en la memoria a largo plazo y pueda servir para la vida en cualquier momento que lo necesitemos.
A veces se producen obstáculos para el logro de algunas de estas condiciones que describimos como esenciales para los aprendizajes significativos. Algunos de ellos tienen que ver con situaciones del contexto socio cultural donde se desarrolla y aprende el sujeto o sea, son externas al alumno pero influyen en él y otros factores tienen que ver con situaciones internas o intrínsecas del sujeto tanto desde el orden psicológico como neuropsicológico.
Algunos de los impedimentos para que el alumno “aprenda” adecuadamente son:
- un contexto socio cultural desfavorable tanto desde lo familiar como desde lo escolar o cultural.
- una etapa de la vida conflictiva como lo es la adolescencia.
- fallas o trastornos orgánicos como lo son los problemas auditivos, motores o visuales, disfunciones cerebrales, disminuidos intelectuales, etc.
-dificultades socio- emocionales como lo son la baja autoestima,
la vergüenza, desinterés, baja tolerancia a la frustración, etc.
También es importante que el alumno utilice las llamadas “estrategias de aprendizaje”.
Las estrategias de aprendizaje son todos aquellos procesos que el alumno necesita poner en juego a la hora de resolver una determinada situación problemática o “conflicto cognitivo”.
Las estrategias de aprendizaje pueden ser de tipo cognitivo o metacognitivo.
Las estrategias cognitivas consisten en prestar atención y seleccionar la información que tiene que ver con las posibilidades de ingresar y buscar la información para luego trabajar con ella. Cuando fallan estos procedimientos nos encontramos con dificultades de aprendizaje que pueden tener su origen en problemas de vista, oído o problemas con la atención como lo es el síndrome de déficit atencional. El alumno tiene problemas en torno a lo que la Psicología Cognitiva llama memoria y atención sensorial, esto es muy importante para que se den buenos aprendizajes porque lo sensorial es lo que nos permite en primera instancia ingresar al área cerebral los elementos con los cuáles tenemos que trabajar para aprender.
En segundo lugar otras estrategias cognitivas tienen que ver con el procesamiento de la información, acá el sujeto tiene que tener posibilidades de procesar, organizar y estructurar la información para resolver los problemas cognitivos que se le presenta en la escuela. Cuándo hay problemas en algunas de estas funciones cognitivas nos encontramos ante dificultades que pueden ser de lectura comprensiva, inferencias o deducciones lógicas, fallas en la memoria a largo plazo, olvido de saberes adquiridos anteriormente, o cuándo el sujeto no ha desarrollado las estructuras cognitivas acordes a los aprendizajes que el nivel educativo le exige.
En tercer y último lugar hay estrategias que tienen que ver con la forma en que se comunican los resultados del pensamiento y el aprendizaje. Si un alumno realmente aprendió, tiene que poder expresarlo en forma verbal, escrita o gráfica.
Cuándo hay fallas en estas funciones cognitivas, el alumno tiene dificultades en la expresión oral o escrita, inhibiciones orales, nerviosismo, fobias sociales, desprolijidad en la presentación de trabajos escritos, dificultades desde lo motriz que lo llevan a tener problemas en la realización de los grafismos, el dibujo, o la práctica de algún deporte.
En síntesis, un alumno para aprender debe poner en juego múltiples capacidades para realizar el trabajo o tarea escolar que consiste fundamentalmente en organizarse, comunicarse e intercambiar con otros compañeros, realizar búsqueda de información, poder asimilar y seleccionar esa información, lograr tener una actitud crítica y comprensiva en el análisis de esa información, ser creativo y poder comunicar el resultado de sus aprendizajes de forma tal que tanto el docente como sus compañeros puedan comprenderlo.
Las estrategias metacognitivas, significan tener “conocimiento acerca del conocimiento”.
Solo cuándo se piensa en la forma en que pensamos estamos en condiciones de mejorar nuestro propio proceso de aprendizaje.
Es importante que cada alumno tome conciencia de sus propios procesos de aprendizaje. Esto influye en como el alumno planifica sus estudios, como lo ejercita y como se prepara para ser evaluado.
Como docentes tenemos que llevar al alumno a que piense en cuánto a las funciones en que pone en juego cuándo realiza la tarea, a que reflexione sobre sus creencias, valores, actitudes personales, la utilidad de esos aprendizajes que debe incorporar.
Algunos sencillos recursos para lograr mejoras en el rendimiento escolar pueden ser el que los sujetos estudien con algún par, el pedir ayuda a un mayor que esté con condiciones de apoyarlo, buscar compañeros para la realización de la tarea escolar, buscar el tiempo adecuado para los estudios, buscar lugares o espacios tranquilos donde no se vea perturbada su capacidad de atención y concentración.
Por último cada alumno tiene un estilo propio y particular de asumir su proceso de aprendizaje que los adultos tenemos que captar y respetar.
Las características de los estilos son el reconocer la influencia del contexto socio cultural, la influencia de factores cognitivos y afectivos en el aprender, lograr el conocimiento de uno mismo y la forma de relacionarnos con los otros.
Los estilos de aprendizaje son:
- Activo: Su característica es la de ser creativo, espontáneo y renovador. Es voluntarioso y participativo. Muchas veces son líderes y protagonistas.
- Reflexivo: Su característica es la de ser observador, analítico, detallista. Es prudente, distante, registra, investiga, redacta informes.
- Teórico: Su característica es buscar hipótesis, el ser teórico, objetivo, razonador, perfeccionista, ordenado.
- Pragmático: Su característica principal es el ser práctico, directo, realista, eficaz, planificador. Trata de solucionar problemas y aplicar lo aprendido.



viernes, 8 de marzo de 2013


Cursos regulares del Primer cuatrimestre 2013

Inscripción: del 1 de marzo al 5 de abril
Cursada: inicia en la semana del 8 de abril

Puede descargar desde aquí la cartilla de cursos en formato PDF y consultar el anexo de cartilla (con nuevos cursos y actualizaciones). También puede retirar un ejemplar impreso en las sedes del CePA. La cartilla está disponible en la web desde la semana previa a la inscripción.

Requisitos de inscripción, sedes y modalidad de cursada
http://www.buenosaires.gob.ar/areas/educacion/cepa/




Material para Docentes: Entrevista a Sandra Carli

Recomendamos el blog "MATERIAL PARA DOCENTES" donde descubrimos esta publicación que compartimos con nuestros lectores.


Material para Docentes: Entrevista a Sandra Carli: ENTREVISTA A LA LIC. SANDRA CARLI LOS NIÑOS: UN ACERCAMIENTO A LA HISTORIA DE LA INFANCIA DESDE LA ESCUELA La siguiente entrevista fue pub...

Aprendizaje emocional y resolución de conflictos


Escrito por Lidia Fernández

Desarrollar el conocimiento en el campo de lo afectivo y en el de las relaciones interpersonales no es considerado como particularmente inteligente por el sistema establecido, lo cual ocasiona que estas enseñanzas no figuren en el currículo, por lo que se crea analfabetos emocionales. Personas que pueden realizar un problema matemático utilizando una raíz cuadrada pero que en su vida cotidiana no sabe cómo resolver un conflicto que le afecta tanto personal como emocionalmente.
La solución a este problema podría pasar por la integración de los saberes, reorganizar la metodología de la enseñanza de manera que los sentimientos y los conflictos no queden fuera de ella, sino que formen parte del alumnado.
Sin esto, se deja a los individuos desprovistos de los instrumentos necesarios para conocer lo que tienen más próximo, a sí mismos y a las personas que les rodean. El resultado se traduce en un importante desfase entre el conocimiento emocional y el conocimiento de las materias curriculares. Para resolver conflictos de manera satisfactoria se debe analizar la situación, plantear adecuadamente el problema para ver en qué consiste y buscar soluciones que permitan resolverlo de la manera lo más satisfactoria posible para las personas implicadas. Esto, requiere un aprendizaje que, por tratarse de temas en los que el alumnado está emotivamente implicado, se realiza con una gran facilidad. Por lo que cuanto antes se actué en dicho aprendizaje antes aprenderán los alumnos a resolver satisfactoriamente sus conflictos evitando así las respuestas violentas y descontroladas.
El conocimiento de los sentimientos y emociones requieren un trabajo cognitivo, puesto que implica una toma de conciencia de los propios estados emocionales, y éste, es un paso importante para el autoconocimiento.
Puesto que la cognición está fuertemente implicada en el aprendizaje emocional y en la resolución de conflictos, se debe intentar que el alumnado sea capaz de razonar en cada situación y adoptar actitudes y comportamientos que le conduzcan a resolver satisfactoriamente los problemas que se le presenten. Según Sastre, G. y Moreno, M., la propuesta metodológica que mejor se adapta a esta finalidad es la que se apoya en la postura constructivista, más concretamente, en la epistemología genética.
El alumnado, incluso en las edades más tempranas, tiene ya una importante experiencia de las reacciones que desencadenan sus actos en las demás personas.
Dado que los conflictos interpersonales van siempre acompañados de sentimientos, que constituyen en muchas ocasiones la causa misma de los conflictos, el aprendizaje de la resolución de conflictos debe ir precedido de un aprendizaje emocional que dotará a éste de los conocimientos imprescindibles sobre su propio comportamiento emocional y sobre el de las demás personas. La propuesta de las dos autoras, va encaminada a iniciarse con un aprendizaje de los sentimientos y emociones que les introducirá a la temática que se quiere abordar. En ningún caso se pretende buscar soluciones inmediatas que pongan fin a un conflicto dado, sino que lo que se propone es formar al alumnado para que sepa resolver los conflictos que se vayan presentando, de una manera cada vez más eficaz. Para ello se puede empezar enseñando a analizar una serie de conflictos ficticios para habituarles a reflexionar de manera adecuada sobre conflictos, con la idea de facilitar dicha reflexión cuando esté presente la carga emocional que acompaña a los conflictos.
Analizar un problema significa diferenciar los elementos que lo componen. Para ello es necesario aprender a indagar sobre el problema y a tener en cuenta los sentimientos de las personas implicadas, así como ayudar al alumnado a analizar sus propios problemas y a descubrir cuáles son las mejores soluciones. Una vez que las haya propuesto, se le debe incitar a que analice las consecuencias de cada una de ellas para que anticipe el resultado al que va a conducirle. Este análisis implica diferenciar las buenas soluciones de las que no lo son y tomar conciencia de por qué no lo son.
Hay que tener siempre presente que los conflictos forman parte de la vida cotidiana y por tanto deben considerarse con naturalidad. Si el alumno consigue resolver un conflicto de manera satisfactoria, habrá conseguido también, reforzar su personalidad.

Por todo ello, es importante que en el currículo escolar, no solo se trabaje las materias escolar propiamente dichas, sino también se aprenda sobre las emociones y la resolución de los conflictos que éstas suelen llevar consigo.

Fuente:
Sastre, G. y Moreno, M. (2002). Resolución de conflictos y aprendizaje emocional. Una propuesta de género.   Barcelona: Gedisa



viernes, 1 de marzo de 2013

Psicología infantil- Los niños tímidos.


Tradicionalmente, la timidez, no ha sido objeto de grandes estudios sistemáticos ni ha merecido atención especial dentro de la psicología clínica. Podemos alegar diversos motivos. El principal, sin duda, es que el niño tímido suele ser una persona tranquila, callada, temerosa, que evita las interacciones sociales y que pese a que puede llamar la atención de padres, maestros y educadores no suele identificarse como una persona que cause o tenga problemas y, por tanto, tampoco susceptible de necesitar ayuda profesional. 



Pero, ¿qué entendemos exactamente por timidez? 

En su acepción psicológica más clásica, la timidez se utiliza para referirnos a “aquellos niños con un patrón de conducta caracterizado por un déficit acusado en las relaciones interpersonales y una tendencia estable y acentuada de escape o evitación del contacto social con otras personas”. 

Siguiendo a algunos autores podemos concretar las principales manifestaciones de la conducta tímida en los siguientes puntos:


  • El niño tiene problemas para relacionarse con sus iguales o los adultos: No participa ni pregunta en clase, le cuesta iniciar conversaciones con otros niños o tomar la iniciativa en cualquier actividad. Se muestra reservado y distante. 
  • Suelen estar presentes las conductas de ansiedad (anticipatorias de la situación o en la propia situación), temores y miedos irracionales en el sentido de tener que expresar una opinión o efectuar algún acto en presencia de sus iguales o adultos. Acompañando a los temores se produce la activación psicofisiológica (ansiedad) que se manifiesta con temblores, rubor, tartamudeo, dolores estomacales, etc... Lo peor es la falta de autocontrol que puede experimentar el niño ante estos episodios lo que le puede llevar a evitar activamente situaciones concretas.
  • El niño tímido es un niño que sufre y eso le puede llevar a problemas afectivos, de baja auto-estima y una tendencia a subestimarse e incluso a desarrollar ciertos sentimientos de inferioridad acompañados de indefensión, ocasionalmente depresión, hipersensibilidad, culpabilidad, atribuciones inexactas, ideas irracionales, etc... Es también probable que haya episodios de "rompimiento emocional" que se manifiesten en forma de llantos en momentos puntuales o también (según el niño) de conductas disruptivas en su entorno más próximo. Finalmente, también pueden darse quejas psicosomáticas (dolores de estómago, mareos, dolor de cabeza, etc.., en algunas ocasiones para evitar las situaciones temidas: colegio, etc...).

El punto de corte entre la normalidad y la patología nos la debe dar el grado de incapacitación que ocasiona. Cuando la timidez interfiere negativamente con el funcionamiento cotidiano, produciendo incapacitación para desenvolverse con éxito en el terreno académico o social y ésta situación se mantiene en el tiempo, es cuando hemos cruzado el terreno de lo clínico.

También es importante efectuar una distinción entre el niño tímido o retraído del niño triste y deprimido. En el primer caso el niño tiene un funcionamiento “normal” en todas las actividades salvo en aquellas que implican la exposición a las situaciones temidas. Por su parte el niño deprimido presenta un patrón constante en todas las situaciones caracterizado por escaso interés y capacidad de disfrutar así como apatía, irritabilidad, pérdida de energía, sentimientos de inutilidad, etc... Aunque ambos conceptos se solapan, conviene tener claro los límites de cada uno de ellos, sin olvidar que un niño tímido, que sufre en exceso, puede convertirse en un niño deprimido.

Es importante conocer en lo posible el origen de la timidez para tratarla con mayor eficacia. Las causas pueden ser mútiples: genéticas, ambientales, emocionales, de aprendizaje, etc... El niño tímido no lo es por capricho o mala educación. Detrás suele haber sufrimiento emocional y sentimientos de ser diferente.
Es importante no forzar nunca al niño ante situaciones nuevas. Primero hay que consolidar las que ya ha asumido con éxito.
No ridicularizarlo ni hacerle sentir diferente a los demás
El niño debe saber que conocemos y comprendemos su problema y estamos dispuestos a ayudarle Darle confianza y tiempo. Motivarlo a que vaya superando, conforme a su edad, nuevos retos pero sin agobiarle. 
Tratar el problema con naturalidad sin que vea en los padres una preocupación excesiva, eso podría suponer una carga adicional.
Vigilar y corregir (sin reprimendas) las verbalizaciones irracionales o exageradas (por ejemplo: "soy un inutil"; "nunca podré tener amigos"; "si me hacen hablar me desmayaré". Según la edad del niño se pude reflexionar acerca de estas ideas fatalistas.

La timidez en niños debe ser contemplada dentro del curso evolutivo de los mismos. Hay etapas en las que el ser humano está más predispuesto (adolescencia) y se hace más evidente. Normalmente el que ha nacido tímido lo será toda la vida, sin embargo, con el aprendizaje de ciertas herramientas psicológicas, podrá ser más eficiente en sus relaciones interpersonales y, por tanto, gozar de una mejor salud emocional.

Mensaje para reflexionar