lunes, 10 de diciembre de 2012

Proceso de evaluación: Reflexiones.


La llegada de fin de año trae, la oportunidad de realizar balances. Así, el último mes del año representa, el momento de realizar las evaluaciones.

Lejos de concebir la evaluación como una práctica circunscripta al calendario, ante la proximidad del cierre del año escolar, seguramente la intención del docente radica en conocer cuáles son los logros de los alumnos respecto de los objetivos que se han planteado y si están en condiciones de “pasar de año” o de “aprobar materias”. En este sentido, la finalidad de la evaluación es la acreditación, y aquello que el docente evaluará –el objeto de evaluación– son  los resultados de aprendizajes concretos.  A esta evaluación se la denomina sumativa, es la que se realiza al finalizar una etapa determinada del proyecto didáctico de un área o de un curso escolar  y no aspira a introducir modificaciones en la estrategia didáctica.
Es importante no esperar hasta el final para evaluar, si de la evaluación depende un ajuste de la enseñanza que dé a los alumnos oportunidades mejores para aprender. La evaluación formativa es el tipo de evaluación que se desarrolla durante todo el proceso de enseñanza y brinda la información necesaria para tomar decisiones que incidan sobre los resultados, que permitan modificar o reforzar el curso de acción didáctica que el docente ha seguido.
 Por consiguiente, hablar de evaluación formativa supone hablar de evaluación continua. Se trata, por tanto, de que el docente evalúe qué aspectos de los contenidos resultan más difíciles para el alumno, y, de brindarle, al mismo tiempo, oportunidades de revisar los conocimientos que aún no comprendió o que logró comprender en forma parcial.
La evaluación formativa se basa en una concepción de la enseñanza que considera que aprender es un largo proceso a través del cual el alumno va reestructurando su conocimiento a partir de las actividades que lleva a cabo.
La enseñanza que considera el enfoque de la evaluación formativa busca, de manera permanente, explicitar y compartir con los alumnos aquello que se proponen que aprendan generando un clima de confianza y de comprensión de los errores, ofreciendo tiempo para pensar y para resolver sin desdeñar la rigurosidad en los aprendizajes. Incluyen retroalimentaciones a las producciones de los alumnos y propician el desarrollo de autoevaluaciones y evaluaciones de sus pares.

Para recapitular, recordemos que:

La evaluación del aprendizaje está asociada a la evaluación sumatoria, mide lo que los alumnos saben, demuestra si alcanzaron los estándares establecidos y determina una especie de ranking entre ellos. Su propósito es certificar cuánto aprendió cada uno e informar a los padres sobre el desempeño de sus hijos. Los estudiantes obtienen un puntaje o nota promedio como resultado de las diferentes tareas y actividades en cada asignatura.

La evaluación para el aprendizaje está relacionada con la evaluación formativa, ofrece información a los docentes con la intención de que puedan modificar sus prácticas de enseñanza y los aprendizajes de sus estudiantes, al mismo tiempo que brinda retroalimentaciones para que los alumnos mejoren sus procesos de adquisición de conocimientos.

La evaluación se convierte entonces en un campo complejo y controvertido porque sirve para acreditar y emitir juicios de valor como para diagnosticar, retroalimentar, reflexionar, regular y mejorar los aprendizajes.

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